Lo único que tenía Curro era nombre. Durante mucho tiempo, este perro de Sevilla vivía inmerso en un aislamiento constante, no salía de casa y, el único contacto que tenía con el exterior era ver a gente pasear en la calle asomándose por la ventana de su casa. Los vecinos que se daban cuenta de esa situación y veían al peludo a través de los barrotes de la ventana, según refleja Nius, no recuerdan que el dueño lo sacase a pasear.
El perro estaba en una situación deplorable: tenía rastas y mucha suciedad. De hecho, nadie sabía de qué raza era. Cuando murió su dueño, fue un vecino el que se encargaba de darle de comer y llevarle agua.
Un rescate que cambió la vida de Curro
El rescate no tardó mucho en llegar: una familia (que le veía en su casa de vez en cuando), pudo sacarlo de allí y llevarlo a la protectora.
Curro ya no tenía que mirar por la ventana para ver la calle porque ya era completamente libre. Dejó atrás su prisión y la protectora La Sonrisa Animal se encargó de todo lo demás. Lo llevó a una peluquería canina y le hicieron varios controles médicos.
De hecho, lo ha acogido su propia rescatadora, Maria José, según ha afirmado la protectora en su cuenta de Instagram:
"Es muy cariñoso pero a veces algo gruñoncete, demasiado bien para una criatura que ha pasado toda su vida sin contacto con el exterior a excepción de una reja de una ventana. Su aspecto era deplorable, sucio, con rastas y un mal olor terrible, siempre atado y encerrado. Está sano a pesar de todo y muy ágil y tiene unas ganas de vivir tremendas, correr y jugar con otros perretes", reflejan.
Curro busca una nueva familia
Curro es un caso más de maltrato que se pretende denunciar. Gracias a la colaboración ciudadana, el perro ahora tiene una vida feliz con su familia de acogida y hasta la fecha de publicación continúa esperando una nueva familia que lo adopte.
Foto|lasanimal