Parece ser que aquello de ir a la cocina en busca de cualquier snack o dulce que llevarse a la boca en épocas de estrés no es solo cosa de humanos. Un estudio publicado en Frontiers in Amphibian and Reptile Science ha revelado que los látigos a cuadros de Colorado, una especie de lagarto asexual del sureste de Colorado (Estados Unidos), utilizan este mecanismo "antiestrés" para aliviarse frente a los ruidosos vuelos de los helicópteros y aviones provocados por el Fort Carson del ejército estadounidense, cercano a su hábitat.
En un comunicado de prensa, Megen Kepas, líder del estudio y estudiante en la Universidad de Utah, explicó que "la perturbación del ruido tiene impactos fisiológicos mensurables en los látigos a cuadros de Colorado". "También mostramos que son algo resistentes y pueden compensar esto hasta cierto punto, alterando su comportamiento de alimentación y movimiento", añadía.
A pesar de contar solo con un hueso auditivo, en comparación con los tres nuestros, y de no tener orejas, la mayoría de los lagartos (incluidos los látigos a cuadros de Colorado) tienen una buena audición. Concretamente, son capaces de escuchar frecuencias entre 100 y 5000 Hz, aunque son bastante sensibles en frecuencias entre 400 y 1500 Hz.
El estudio liderado por Kepas ha desvelado que el ruido de los helicópteros Apache, Chinook y Blackhawk que sobrevuelan la zona en la que habita una población de estos lagartos y, ocasionalmente aviones de transporte o de combate F-16, tiene un impacto en el bienestar de estos reptiles.
Los lagartos reaccionaron al ruido de los vuelos aumentando su nivel de cortisol y cetonas en la sangre, lo que indica una respuesta al estrés que rápidamente moviliza más recursos energéticos. "Pasan menos tiempo moviéndose, pero más tiempo comiendo cuando estaban expuestos al ruido", explican en el estudio.
Las hembras, más susceptibles a los ruidos
Además de mostrar este comportamiento "antiestrés", el estudio detalla cómo las hembras son más susceptibles a los ruidos, ya que, según los resultados, además de aumentar el nivel de cortisol, también lo hacía el de cetonas en sangre. "Las hembras con más óvulos en desarrollo, es decir, las reproductivas, pueden ser más susceptibles a la perturbación por ruido", concretan.
Para dar con estos datos, el equipo de investigadores tuvo que coordinarse con los pilotos del ejército te los estados Unidos para volar sobre la zona en la que habitaban estos reptiles durante tres días. Cada mañana y temprano en la tarde, los investigadores capturaban la mayor cantidad posible de individuos sin marcar, después de observar su comportamiento durante tres minutos.
Sin necesidad de trasladarlas al laboratorio, los investigadores pesaban y medían a los reptiles, les extraían sangre y tomaban ultrasonidos con un dispositivo portátil para determinar qué hembras estaban preñadas.
Una vez en el centro de investigación, el equipo científico se encargaba de analizar las muestras de sangre, donde medían varios indicadores. Así fue como descubrieron las subidas de cortisol y cetonas en sangre que se producía exclusivamente tras los vuelos y que eran aún mayor en las hembras en cinta.