Poco a poco, vamos siendo más conscientes de que los animales no tienen que adaptarse a nosotros. Sin embargo, todavía existen muchos malentendidos con respecto a modificaciones o amputaciones de nuestros peludos.
Los gatos han sido, durante décadas, vistos como animales individualistas, poco sociables o ariscos por parte de muchas personas. Hoy, en cambio, sabemos que un perro no es un gato, ni un gato es un perro, pero que una buena convivencia y una rutina que cubra sus necesidades convierte a los felinos en grandes compañeros.
Por esta razón, hay que seguir insistiendo en la pésima idea de "recortar bigotes" o retirar las uñas a un gato, intervenciones agresivas, muy, muy poco recomendables y que suponen enormes problemas para los felinos.
Las vibrisas, los bigotes del gato
Las vibrisas no tienen una función estética, sino que permiten al gato una percepción sensorial extraordinaria. Así, están conectados con receptores nerviosos y son sensibles a vibraciones, cambios de aire y sentido espacial (por ejemplo, el gato puede obtener información y saber por qué tamaño de agujero puede moverse y por cuál no).
Además, cumplen una función propioceptiva (o sea, le dan información de su cuerpo y de su propio tamaño), facilitan la caza y la comunicación con otros felinos. Si te fijas, verás que el gato no solo tiene vibrisas en el hocico, sino también en la barbilla y en las cejas.
Cortar las vibrisas afectará a la mayoría de las funciones que estos "curiosos bigotes" tienen y complicará mucho la vida de tu gato. En cierto modo, es todavía peor que realizar amputaciones estéticas de la cola o de las orejas de los perros (lo que no recomiendo nunca), puesto que no solo afectará a la comunicación del felino con el entorno, sino también a sus movimientos, percepciones e interocepciones (o sea, la percepción de su propio cuerpo).
Amputación de uñas: un sinsentido
La amputación de uñas (oniquectomía, si quieres el término técnico) es una extirpación quirúrgica de la garra y parte del último hueso de cada dedo. Es un proceso con un postoperatorio doloroso, complicado en gatos adultos y que puede incluso suponer cojera temporal, inseguridad, estrés y tristeza.
Nunca jamás está recomendada por criterio estético y solo debería realizarse por enfermedad. Esta es la opinión veterinaria y etológica mayoritaria, por una razón muy simple: privamos a un gato de su principal defensa, su herramienta con la que marcar territorio y la posibilidad de agarrarse y trepar por espacios complicados.
La amputación de uñas, igual que recortar los bigotes, se basan en criterios egoístas y gustos personales: "no me gustan los bigotes", "me araña el sofá", que no encajan con los criterios de tenencia responsable de un animal en la familia. En la mayoría de los casos, además, un buen enriquecimiento del ambiente (rascadores, juego, actividades estimulantes) y recortar las uñas de forma adecuada con periodicidad es más que suficiente para una convivencia sana y equilibrada.
Los únicos supuestos en los que una oniquectomía puede ser aceptable son intervenciones que eviten la eutanasia del animal. Sin embargo, aunque a menudo se ha mencionado que ante riesgos de zoonosis por arañazo o personas con diversidad funcional en la familia puedan ser aceptables, personalmente considero que se sigue anteponiendo el bienestar de terceros frente al del animal. Si nuestro gato debe ser amputado para adaptarse a un tipo de familia, quizá es mejor buscar otra familia para el animal.
En conclusión, si bien cada casa es un mundo, es importante que entendamos qué riesgos, necesidades y particularidades tienen los gatos antes de introducir uno en casa, priorizando una buena convivencia y una tenencia responsable y olvidándonos de esa vieja idea, ya desfasada, de que los animales deben adaptarse totalmente a nuestras necesidades y deseos.
Esto no funciona así; en realidad, nunca lo hizo.