Por qué no debemos usar las manos para jugar con nuestros gatos

Por qué no debemos usar las manos para jugar con nuestros gatos
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A las personas nos encantan los gatos. Acariciarlos, hacerles de almohada, escuchar sus ronroneos y también, jugar con ellos. Sin embargo, muchos todavía hacemos algo mal cuando interactuamos con nuestros mininos: usar las manos como si fueran juguetes. ¿Sabías que debemos evitarlo a toda costa?

Especialmente cuando tenemos un gato jovencito, un cachorro, somos propensos a jugar con ellos con nuestras manos, provocándoles, cogiéndoles, dejando que se lancen sobre nuestro puño y nos peguen pequeños mordisquitos indoloros, pero... ¿Verdad que no pensamos en qué pasará cuando nuestro pequeño felino crezca?

Jugar con las manos con nuestros gatos es contraproducente, ya que va a generar diversos problemas cuando crezcan y entonces sí que nos hagan daño con sus dientes y sus uñas, provocándonos reacciones negativas como los gritos e incluso los castigos, algo que nunca deberíamos hacer. El gato que de pequeño se lanza a nuestra mano jugando lo seguirá haciendo cuando se haya grande y mayor, y no va a entender que, de repente, no queramos que se comporte como le hemos permitido siempre.

Laura Trillo, terapeuta de gatos y experta en comportamiento felino explica en su web, Terapia Felina, la importancia de la crianza del gato durante sus primeros meses y las razones por las que dejarles jugar con nuestras manos es un error con consecuencias tanto para nosotros como para el animal.

El periodo de socialización

"Cuando el gato pasa del mes a los dos meses de edad, pasa por una fase de aprendizaje muy importante: el autocontrol y la intensidad de la mordida", explica Trillo. "Esto lo suelen aprender mediante juegos con sus hermanos y su madre, por eso es ideal que el gatito viva con su familia mínimo hasta los tres o cuatro meses de edad, o con otros gatos con los que pueda jugar cuerpo a cuerpo y que le enseñen".

No obstante, esta situación idónea es muy difícil de cumplir cuando hablamos de camadas no deseadas que son abandonadas o de gatitos que adoptamos que proceden de situaciones en las que no pueden estar con su madre, por ello, es importante que adoptemos el papel de cuidador de forma responsable.

"En esta fase, al jugar con el gato con las manos, le estamos estresando para que reaccione, le estamos frustrando porque no paramos, le estamos haciendo sentir una sobreexcitación muy intensa que no sabe gestionar porque no es natural en él", asegura la experta en comportamiento felino. "Se le provoca con nuestras manos y se le hace rabiar para que muerda más fuerte, que es justo lo contrario a lo que debe aprender, los limites naturales y a relacionarse de manera equilibrada, a gestionar sus emociones con fluidez, como sólo otro gato es capaz de enseñarle".

Gato jugando con las manos de su tutor

Este aprendizaje erróneo termina en gatos adultos y grandes con muchísima más fuerza de mordida que cuando eran cachorros que no saben relacionarse y terminan presentando problemas de agresividad redirigida. "Cuando es adulto, el gato no tiene autocontrol ninguno, ni sabe gestionar el estrés", añade Trillo.

"Suelen convertirse en gatos que muerden muy fuerte, que se abalanzan sobre nosotros de buenas a primeras y nos muerden (se lo has enseñado tú), que se comunican de forma agresiva con nosotros para cualquier cosa, que no tienen medida a la hora de morder ni controlan cuando es juego, se frustran", detalla.

Cómo jugar con nuestros gatos

Entonces, ¿cuál es la manera adecuada de jugar con nuestros mininos? Utilizando juguetes como cañas de pescar, cajas o pelotas, entre otros. Como su antecesor, el Felis silvestris, era todo un experto cazador, nuestro minino disfrutará especialmente con aquellos juegos en los que se simulen una experiencia de caza, ya que les permitirá desarrollar esos instintos que tendrían si vivieran en libertad.

A partir de los tres meses y medio, estos felinos terminan de aprender lo necesario del juego social entre ellos, por lo que empiezan a desarrollar el juego con objetos, es decir, el juego de cazar. Aunque cada gato tiene sus gustos en cuanto a accesorios, todos van a reproducir la secuencia de caza (buscar, acechar, perseguir, saltar sobre la presa, atraparla y manipularla).

¿Qué podemos aprender de esto? A que los mejores juguetes que podemos ofrecerles son aquellos con los que puedan realizar toda esa secuencia, como pueden ser las cañas de pescar con muñecos, plumas o pelotitas en la punta de la cuerda, un accesorio que nos permitirá, además jugar con ellos.

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