Qué es la lipidosis hepática felina y por qué debemos tener especial cuidado con ella si tenemos gatos mayores

Qué es la lipidosis hepática felina y por qué debemos tener especial cuidado con ella si tenemos gatos mayores
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La edad no perdona y tampoco a nuestros animales de compañía. Al igual que nos ocurre a nosotros, con la edad, nuestros perros y gatos empiezan a mostrar signos de envejecimiento y a padecer ciertas enfermedades que no son tan comunes en una edad más temprana. Un ejemplo de esto es la lipidosis hepática idiopática, una enfermedad del hígado muy habitual en gatos adultos y mayores.

La lipidosis hepática felina es una enfermedad causada por la acumulación excesiva de triglicéridos en las células del hígado (conocidas como hepatocitos). Los expertos veterinarios de las clínicas MiVet explican que "como consecuencia, este órgano aumenta mucho de tamaño y comienza a fallar". "Debido a la presión, pueden producirse complicaciones tan graves como la colestasis intrahepática", añaden.

Aunque es más común que esta enfermedad afecte a gatos más mayores o de mediana edad, la realidad es que podemos encontrarla en todo tipo de gatos. "Se cree que se debe a fallos en las rutas de recepción, síntesis, degradación y secreción de ácidos grasos", afirman los veterinarios. "Sin embargo, se considera una patología idiopática, es decir, se desconoce su origen exacto y podría tener causas muy diversas".

Qué sabemos de sus causas y cómo son los síntomas

Aunque la ciencia todavía no ha podido explicar por qué se da esta enfermedad, sí que sabemos que suele producirse "después de una anorexia prolongada". Esto pasa porque si nuestro minino no se alimenta durante más de dos semanas, "entre en un balance energético negativo". "Esto, sumado a la carencia de nutrientes esenciales, sobre todo ácidos grasos y aminoácidos, podría ser la causa de la enfermedad", afirman desde MiVet.

Existen dos tipos de lipidosis hepática felina, dependiendo de la anorexia que la haya provocado: la primaria, "como consecuencia de una disminución en la disponibilidad de la comida o la disminución en la toma de alimentos tras un evento estresante"; y la secundaria, causada por una enfermedad como "la diabetes, la pancreatitis, un fallo renal o enfermedad gastrointestinal, entre otros".

"Además, el síndrome del hígado graso en gatos se ha relacionado con el sedentarismo, la obesidad y una alimentación inadecuada", aseguran los expertos veterinarios.

Un gato de visita al veterinario

El diagnóstico y tratamiento temprano de esta enfermedad es fundamental si queremos asegurar el bienestar de nuestro gato, por ello, es importante que conozcamos los síntomas más habituales que presentan los mininos que la padecen.

Debemos alertarnos si notamos en nuestro peludo una pérdida de peso repentina, náuseas o vómitos, diarrea, deshidratación, pelo pobre o sin brillo, debilidad o letargia y cambios de comportamiento, entre otros signos. Cualquiera de estos síntomas será motivo de preocupación, por lo que debemos acudir a nuestro veterinario de confianza lo antes posible.

A la hora de diagnosticar la lipidosis hepática felina necesitaremos, además de revisar el historial clínico del gato, realizar algunas pruebas como un análisis de sangre y orina, para encontrar carencias o excesos de los valores generales del animal.

También puede que nuestro veterinario necesite realizar una ecografía abdominal, para comprobar el tamaño del hígado y ver si ha aumentado o no; así como la realización de una citología, para confirmar el diagnóstico.

¿Qué hacer si mi gato padece esta enfermedad?

Según los expertos de MiVet, entre el 80 y el 85 por ciento de los pacientes que sufren lipidosis hepática felina se recuperan con un tratamiento basado en una dieta terapéutica y terapia de fluidos (para revertir la deshidratación y el desequilibrio de electrolitos).

"Adicionalmente, en gatos con síntomas como vómitos o naúseas, pueden administrarse fármacos antieméticos y gastroprotectores, como el metoclopramide o el omeprazol", añaden. "También se puede valorar el uso de estimulantes del apetito o, incluso, suplementos como la vitamina K, la B12, la L-carnitina o la taurina".

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