Nunca deberíamos distraer a los perros guía mientras están trabajando

Nunca deberíamos distraer a los perros guía mientras están trabajando
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Hace escasas semanas, la Fundación ONCE imprimió 5 millones de cupones con un escueto eslogan: "Ahora no. Estoy guiando." ¿El objetivo? Concienciar a todos los españoles de que los perros-guía, que utilizan las personas con discapacidad física (sobre todo, personas ciegas), no son mascotas ni (solo) perros de familia, y no pueden ser molestados.

Las razones son claras, pero no todo el mundo las comprende: distraer a un perro guía puede poner en peligro al usuario y al animal que lo acompaña, pero, además, dificultar el correcto desarrollo de la actividad del perro lazarillo, pudiendo afectar a su trabajo como acompañante, si estas interrupciones suceden de forma habitual.

Pocos perros, mucha lista de espera

Conseguir un perro guía es una odisea, titulaba El Español, debido, entre otras cuestiones, a que solo existe una escuela de adiestramiento especializada (la Fundación ONCE del Perro lazarillo), que hay una alta demanda y que, cada año, suelen "graduarse" unos 140 animales tras dos largos años de formación y entrenamiento.

Los perros-guía son un apoyo para personas ciegas o con graves problemas de visión, que mejoran la autonomía y la seguridad de los usuarios. En su mayoría, son labradores y golden retrievers, gracias a su carácter, sociabilidad y fácil manejo, aunque también siguen viéndose pastores alemanes o caniches gigantes, entre otras razas.

Por todo ello, la ONCE pide que no se distraiga (o moleste) a un perro cuando lleva puesto el arnés identificativo, ya que está trabajando y atento a las necesidades de su guía, así como a realizar las conductas aprendidas. El 26 de abril, Día del Perro Guía, El Diario de León, entre otros medios, hacía hincapié en no dar de comer a perros lazarillo, no tocar su correa (algo que no deberíamos hacer con ningún animal, por cierto) o llamar la atención del animal. Pero ¿por qué?

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La mayoría de medios no explica cómo se realiza el entrenamiento de un perro guía, que suele durar entre medio año y un año, periodo en el que aprenden (refuerzan conductas) para caminar sin dar tirones, desplazarse en línea recta o esquivar obstáculos, como pasos de cebra, escaleras y cualquier elemento que vaya a estar presente en la vida cotidiana.

Distraer es sinónimo de alterar su conducta

Al final, las maravillas que hace un perro lazarillo son fruto del aprendizaje y la repetición de comportamientos que se premian, por lo que, si empezamos a molestar y a llamar la atención, podemos distraer al animal e incluso provocar que empiece a reforzar otras conductas, lo que dificultaría el manejo (y la utilidad) por parte del usuario.

Esto es un problema grave para las personas ciegas y la Fundación ONCE, que asume todos los gastos de formación de un perro guía y que no podría funcionar sin las familias colaboradoras, cuyo trabajo consideran imprescindible desde la entidad (tanto las casas de acogida como la inversión privada que recibe la fundación).

Por todo ello, cuando queramos tocar, acariciar o llamar la atención de un perro guía, debemos tener presente que estamos afectando el trabajo, la inversión económica y los tiempos de espera de muchas familias, usuarios, trabajadores y colaboradores.

El perro está trabajando, así que... ahora no.

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