He visto a ese gato de TikTok haciendo largos en una piscina. ¿Por qué el mío le tiene pánico al agua?

He visto a ese gato de TikTok haciendo largos en una piscina. ¿Por qué el mío le tiene pánico al agua?
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Abres TikTok y hay diez mil vídeos de gatitos nadando. Te explota un poco la cabeza, ¿no? Y piensas: ¡quizá a mi gato también le encanta el agua! Pues quieto todo el mundo, nada de lanzar al michi a la piscina, por favor.

Lo más probable es que tu gato tenga pánico a esa situación y, si se te ocurre, intentar algo así, puede ser peligroso para ti (que quizá te llevas un buen zarpazo) y para tu gato. Si tu gato desconfía del agua es por un par de razones justificadas.

Los gatos vienen de Oriente Medio

El recelo o desconfianza de los gatos frente al agua tiene una fuerte carga genética. Vamos a ver un poco de historia de la antrozoología, ¿vale? O sea, el estudio científico de la relación entre humanos y animales.

Como quizá sabes, los gatos vienen de Oriente Medio. Alrededor del 10.000 a. C., en el Creciente Fértil —la zona que conectaba Egipto, Siria, Asiria y Mesopotamia— los gatos empiezan a ser aceptados en las comunidades humanas. Por el 2.000 a. C., estaban integrados en las casas egipcias gracias al control de roedores y serpientes que ejercían y, siglos después, incluso se les acabó otorgando carácter sagrado: la diosa Bastet es un buen ejemplo, ¿verdad?

En cualquier caso, los gatos han vivido gran parte de su historia en zonas y contextos con escaso acceso al agua, principalmente, en desiertos y zonas áridas. La especie ha tenido un contacto limitado con el agua durante miles de años. Además, los gatos no son grandes bebedores de agua tampoco, puesto que sus presas suelen contener altas cantidades de agua: entre otras razones, esto también predispone a los gatos a que les guste más la comida húmeda que la comida seca o deshidratada.

En los tres últimos siglos y, en especial, en el siglo XX, la cría selectiva ha llevado a los gatos a lo largo y ancho del mundo. Como ocurre con los perros en menor medida, hay razas  que aprecian más el agua que otras; también hay gatos, cuyo historial genético les predispone a ser más curiosos o a disfrutar más del agua.

La pregunta no es ¿mi gato sabe nadar?, sino ¿mi gato QUIERE nadar?

La realidad es que el gusto de tu gato por el agua depende del animal y de su raza o selección genética, pero... el miedo o la inseguridad que produce el agua a los gatos es... muy habitual.

Hoy día, no podemos decir que sea un miedo "casi universal", porque hay muchas razas como el Van Turco o el Maine Coon que suelen disfrutar del agua, puesto que han mantenido un contacto directo con medios acuáticos, pero la predisposición genética es la que es.

Antes de hacer una locura del estilo "coger gato, tirar gato al agua", te recomiendo que acabes de leerte con calma el artículo y, sobre todo, que tengas presente tres cosas básicas:

  • La predisposición genética de la mayoría de los gatos domésticos les hace ser recelosos o inseguros al agua
  • Más que miedo al agua, los gatos tienen miedo a no tener el control de la situación: es habitual que no les importe mojarse las patas, pero que recelen cuando seas tú quien quiere "obligar"
  • Acostumbrar a tu gato al agua debe ser un proceso gradual: ¡nunca debes forzar u obligar al animal a meterse en el agua!

Pero... ¡yo quiero acostumbrar a mi gato al agua!

Es importante entender que los gatos no tienen necesidad de bañarse, ni por higiene ni por diversión. El agua, como ya sabes, es un elemento poco conocido para ellos y, aunque curiosos, la mayoría de los gatos no aprecia mojarse.

Gato Tiktok Nadando Piscina

Aun así, si quieres acostumbrar a tu gato al agua o incluso a nadar, la mejor opción será asociar esa experiencia con premios y situaciones positivas y ofrecerle espacios en los que pueda disfrutar del agua, poco a poco.

Algunas buenas ideas para que se acostumbre pueden ser:

  • Platos o barreños con muy poca agua en los que podemos dejar premios o dejar que explore nuevos objetos o juguetes
  • Jugar con el gato en presencia de agua, pero sin obligarle a interactuar con ella de forma directa
  • Permitir interacciones en duchas, bañeras, piscinas (con salida sencilla: escaleras, poca altura, etc.) en las que el gato decide si quiere explorar
  • Respetar sus decisiones y convertirnos en un apoyo o, como suele decirse de forma más técnica: su base segura

En ningún caso, debemos obligar al gato a entrar en el agua, subirlo a colchonetas, tablas o superficies elevadas (sin que esté acostumbrado, y lo elija, y disfrute). Es perfectamente posible que tu gato decida nadar para evitar la exposición (prolongada) mediante conductas de evitación o fuga, así como puede quedarse completamente quieto (congelado), generando respuestas de indefensión aprendida. ¡En ningún caso, se lo está pasando bien!

La ventaja de acostumbrarlos a nuevos entornos con paciencia y de forma gradual es que las experiencias anteriores es casi imposible que se den, ya que estamos dejando al gato tomar sus propias decisiones.

¿Y los vídeos de gatos que nadan? ¿Se lo pasan bien?

Llegamos, pues, al quid de la cuestión. ¿Los gatos se lo están pasando bien en los vídeos de TikTok? ¿Es la necesidad (muy) humana de "hacer la gracia" y grabarlo?

Pues aquí la palabra es... depende.

Si te fijas, muchos vídeos de gatos nadando son, en realidad, vídeos de gatos nadando para salir del agua. Como se trata de una secuencia corta, sería muy atrevido decir que lo están pasando bien, mal o regular, pero todos los gatos saben nadar (bueno, en general, prácticamente todos los mamíferos saben nadar: ¡los primates somos más patosos, de primeras!), lo interesante aquí sería saber si esos animales han decidido entrar en el agua y está nadando por voluntad propia, que sería lo ideal.

Por el contrario, también se pueden ver vídeos en los que el gato se ve cómodo y no muestra signos visibles de estrés (signos faciales o corporales, principalmente: aunque pueden ser difíciles de ver en el agua) y en los que elige volver a lanzarse al agua y disfrutar de la playa o la piscina.

Si dudamos, la clave es aquel error que suelen cometer la mayoría de las familias: el gato debe decidir entrar en el agua y no debemos ser nosotros quienes "le obligamos" o lo introducimos en la zona. Si decidimos hacer esto, la experiencia ya empieza mal para un felino, que siempre querrá mantener el control de la situación.

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