Los perros han sido fieles compañeros desde hace miles de años. En el mundo clásico, por ejemplo, ya eran considerados fieles guardianes y parte fundamental de la fuerza de choque de las legiones; no hablamos de un trato como el actual, pero sí de una relación de dependencia y cooperación que venía de siglos y siglos atrás.
El perro especialista, es decir, aquellos seleccionados para rescate, detección, guarda o defensa, en cambio, tiene una historia más breve y condicionada a la selección genética, o sea, a la búsqueda de características concretas que dan el pistoletazo de salida a las razas. La detección solo es uno de los superpoderes de nuestros perros, ¡y de todos ellos, en mayor o menor medida!
Una herramienta, en la nariz
El olfato de un perro es, aproximadamente, 50 veces mejor que el de los humanos. La ciencia nos dice que, mientras nosotros tenemos unos 5 millones de células olfativas, los perros tienen más de 250 millones.
Sin embargo, no es solo un tema de potencia, sino también de habilidad (nosotros olemos un perfume a un par de metros: un perro podría distinguirlo en un campo de fútbol vacío). Los perros descomponen el olor de un objeto (¡huelen en estéreo!, suele decirse) en los distintos elementos que lo constituyen: es decir, el pis de otro perro no huele a pis, sino a todo lo que ese pis: agua, sales minerales, urea, ácido úrico... Por esta razón, no hay mejor detector de olores que un perro bien entrenado.
Alexandra Horowitz, en el fabuloso libro divulgativo En la mente del perro (y también en una charla TEDx), compara el olfato del perro con una lectura multicanal, donde puede separar los elementos y percibir el mundo de una forma completamente distinta a la nuestra, debido a que ellos no viven a través de la vista tanto como del olfato.
Igual que nosotros solemos escuchar música en estéreo, y en mono nos parecería raro, pero ambas son comprensibles, imagínate una instalación multicanal que a ti te saturaría los tímpanos, pero con la que tu perro podría captar todos los matices por separado. ¡Bueno, y en realidad, es posible que pueda, porque tiene mucho mejor oído que tú!, pero eso queda para otro artículo...
Por descontado, entre las razas también ha existido especialización, y perros como el teckel, el bloodhound, el coonhound, el beagle, el labrador, el malinois o el pastor alemán se prefieren por sus habilidades. A veces, por su increíble olfato y, otras, por una buena mezcla de motivación y capacidades, como ocurre con muchos perros de servicio.
¿Cómo es posible que detecten enfermedades?
En esta línea, los perros que detectan enfermedades han aprendido a diferenciar sustancias y a realizar un marcaje (es decir, a avisarnos que "ahí" huele a "eso"). En teoría, no hay grandes diferencias entre el perro detector que marca un alijo de droga o el olor de una persona atrapada en la nieve y otro que nos realiza un marcaje por cáncer, shocks glucémicos o procesos epilépticos.
¿La clave? Como demostró un estudio en The Lancet de 1989, entre otros, los perros pueden detectar enfermedades debido a los cambios en el olor corporal de la persona. Aprovechando este fenómeno, los guías caninos pueden adiestrar a los perros para que realicen un marcaje.
Esto es lo que hacía el famoso gato Óscar tras un aprendizaje contextual en un geriátrico de Rhode Island, en EEUU. El felino se recostaba, como para despedirse, junto a los ancianos el mismo día que fallecían: se le conoció como el ángel de la muerte, pero este adorable compañero solo percibía un cambio en el olor de los ancianos y realizaba su particular despedida.
De igual modo, a posteriori, han aparecido otros casos, pero lo que demuestra Óscar es que, aunque a los perros les motiva más este tipo de adiestramiento, también podríamos adiestrar a un felino para este trabajo, si bien no cuentan con un olfato tan desarrollado (de media, 67 millones de receptores).
Enfermedades que sabemos que pueden detectar
En los últimos años, hemos comprobado que hay una serie de enfermedades que los perros pueden detectar; incluida aquella que nos queda más cerca también: la Covid-19. Asimismo, se ha comprobado que son excelentes detectores de cáncer, la narcolepsia, el estrés o la diabetes, entre otras patologías.
Cáncer
Según Science Daily, los perros detectores pueden detectar cáncer en la sangre de personas enfermas con una precisión del 97 %. ¿Y si no es 100 % eficaz, por qué resulta tan interesante?
Si bien, en la actualidad, contamos con mejores mecanismos de detección, estos estudios pueden permitir desarrollar medidas menos invasivas, así como detectar qué compuestos biológicos hay en la sangre de los enfermos para seguir avanzando en la prevención de la enfermedad.
Narcolepsia
Los perros pueden también detectar la narcolepsia. ¿Cómo? Como recogen Sleep Review y Pubmed, los canes detectan el cambio bioquímico que se produce en una persona antes de un ataque.
No sabemos cómo huele ese cambio, puesto que el estudio todavía se encuentra en una fase preliminar, pero sí se han podido entrenar perros de asistencia que avisan varios minutos antes a los pacientes, pudiendo, además, realizar trabajos de guarda y defensa (con la persona inconsciente).
Covid
Durante la pandemia del SARS-Cov 2, muchos países entrenaron a perros detectores. Para ello, utilizaron muestras PCR de pacientes infectados, otras muestras de pacientes control y botes-control sin muestra. Los perros consiguieron discriminar e identificar el olor específico de la Covid-19 en un tiempo récord, y han trabajado como perros detectores en el marcaje de positivos durante estos últimos años.
En las primeras fases de la pandemia, investigadores como el profesor Dominique Grandjean, lanzaron proyectos e iniciativas como Nosaïs-Covid19, que ayudaron a probar estas hipótesis y a acelerar el uso de perros de detección para el covid.
Estrés, migrañas y diabetes
De igual modo, los perros pueden notar cambios similares en otras alteraciones de la salud. Por ejemplo, el aumento de la hormona del cortisol, asociada al estrés, puede confirmarnos el estrés o la ansiedad en un paciente, como recoge la revista Dog Time.
La Asociación Americana de Diabetes ha demostrado con perros de asistencia que los perros detectan niveles de azúcar en sangre, permitiendo al enfermo actuar antes de que se produzca un shock glucémico.
Psychology Today menciona distintos estudios (como este) que tratan de confirmar que las personas con migraña detectan un cambio en el comportamiento de sus perros.
Narices electrónicas y detección ética
En el programa El cazador de cerebros, en RTVE, hablaban hace apenas un año sobre la detección precoz de enfermedades e incluso sobre el desarrollo de narices electrónicos que puedan emular a los perros y detectar enfermedades con la misma precisión.
Parte de los amantes de los animales se preguntan: ¿está bien usar a los perros para nuestros fines? ¿Tienen moral los animales con los que compartimos nuestras vidas? De forma circular, se pone en duda la ética detrás de este tipo de actuaciones en campos prácticos, tras aluviones de críticas como las que aparecieron junto al delicado estado de salud de la perra Frida en el sismo de México.
¿Qué dice la ciencia? Según Science Daily, los perros de rescate —algo mucho más estresante que la detección de enfermedades— sufrieron pocos efectos secundarios tras el 11-S y The Objective, en un extenso artículo, recogía que no existen diferencias de salud reseñables entre los perros detectores y el grupo control.
En resumen, hay pocos indicadores que muestren que los trabajos de detección sean negativos para los perros. En el aire queda, no obstante, si preferirían estar más tiempo haciendo cosas distintas a los objetivos científicos y vitales que sus amigos humanos nos proponemos como sociedad. La única evidencia es que los perros perciben el mundo de un modo muy distinto al nuestro y eso, en gran parte, se debe a esas trufas que tanta compañía nos hacen.