Tu perro te quiere, aunque no tenga sentimientos

Tu perro te quiere, aunque no tenga sentimientos
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La mayoría de los seres humanos sentimos un apego especial por nuestros compañeros peludos. Los queremos, y... ¿nos quieren? ¿Sienten los perros alegría, tristeza, euforia, celos o amor? Para responder a esta pregunta, vamos a tratar de explicar qué son las emociones, los sentimientos y en qué nos parecemos los humanos y los perros.

Los perros sienten, como no van a sentir... Nuestra intuición nos dice que sí, ¿verdad? Tras convivir con perros un tiempo, es fácil descifrar cuándo están alicaídos, alegres o sienten tristeza o dolor. Por su parte, ellos son unos verdaderos maestros leyendo nuestras expresiones, y también lo demuestran a diario. Pero ¿es suficiente? ¿Estamos proyectando nuestros propios sentimientos en los animales? ¿Realmente pueden expresar emociones mediante su gestualidad? La ciencia lo empieza a tener claro.

Emociones sí, sentimientos ¿también?

Sí, los perros tienen sentimientos y emociones. En los últimos años, la ciencia ha podido confirmar esta hipótesis (bueno, casi). La neurología (veterinaria) ha demostrado que los canes cuentan con estructuras cerebrales similares a las del ser humano. Mediante estudios comparados, además, se ha comprobado que frente a distintos tipos de estímulos se activan las mismas zonas del cerebro.

Pero ¿solo los perros? No, aunque principalmente los mamíferos son los que experimentan algunas emociones como el ser humano. Y la palabra clave es esta: algunas. Los perros experimentan emociones básicas y las procesan en el sistema límbico. Puede sorprendernos, pero, en la práctica, las emociones son respuestas hormonales y neurotransmisores que nos predisponen a interpretar un estímulo de una u otra forma.

Perros Sentimientos Emociones Alegria

Los perros cuentan con un menor repertorio de emociones (reacciones psicofisiológicas adaptativas) y sentimientos (tanto el estado de ánimo como la impresión de la emoción en el organismo). Todo indica (más abajo, te lo explicamos) que pueden sentir emociones "simples", como la alegría, el miedo, la ira o el amor, pero las investigaciones señalan que es poco probable que puedan vivir emociones complejas como la vergüenza o la culpa.

Todo lo anterior, se traduce en una posible explicación más profunda de las relaciones humano-animal a través de experiencias positivas y negativas, una nueva visión para analizar los vínculos de manada o cómo experimentan el dolor, el estrés o la ansiedad.

Los perros sí que nos quieren

Como todos tenemos nuestro puntito egocéntrico, seguro que te has preguntado: pero ¿mi perro me quiere? La respuesta es positiva, confirmado mediante la medición de los niveles de oxitocina, que aumentaban notablemente en los perros, al percibir olores de sus tutores y su hogar. Esto no debería sorprendernos, ya que la creación de vínculos afectivos, tanto a nivel interespecífico (entre distintas especies) como a nivel intraespecífico (misma especie) ha sido muy útil, tanto para la  supervivencia como para la creación de relaciones enriquecedoras.

No obstante, como quizá ya sabes, los perros no pueden expresar afecto como lo hacemos nosotros. Además, las diferencias entre especies (nosotros somos primates; ellos, no) hacen que algo natural para los seres humanos, como abrazar a otro miembro del grupo, o acercar nuestras caras, sea visto como una conducta totalmente invasiva y negativa para los perros.

Todo lo anterior, se complementa con el hecho de que los perros captan también los cambios emocionales en los humanos, tanto a nivel químico como biológico. Pero ¡no solo eso! Nuestras emociones pueden ser contagiosas en ellos. Estos estudios explicarían por qué los perros parecen tan empáticos frente a la tristeza o cómo, a menudo, su carácter se parece al de sus guías o tutores. Por desgracia, este contagio de emociones también funciona para emociones como el estrés y la ansiedad, no solo para la alegría.

Se trata, así, de una forma de una forma de empatía primitiva, que permitiría a los perros responder a los tonos emocionales (un bebé llorando, un bostezo), así como favorece la generación de oxitocina debido al contacto o empatía afectiva, ante emociones de felicidad y tristeza.

Instinto, emoción y sentimiento

Para terminar de entender por qué resulta complejo afirmar categóricamente que los perros tienen sentimientos, debemos tener en cuenta que los canes muestran fuertes comportamientos instintivos: instinto de manada, de caza...

A menudo, muchos comportamientos que realizan nuestros perros de forma adaptativa (es decir, la conducta que, para ellos, mejor encaja de forma innata o aprendida en una situación) pueden confundirse con sentimientos. Por ejemplo, podemos considerar que nuestro perro nos sigue porque nos quiere mucho y, simplemente, haber reforzado mucho el instinto de seguimiento.

Perros Sentimientos Emociones 1

Sin embargo, el instinto no imposibilita la posibilidad de contar con emociones y sentimientos. Desde luego, los perros tienen emociones. ¿Cómo lo sabemos? Porque hemos podido observar las respuestas químicas y neuronales, así como los cambios hormonales en el organismo. Sin embargo, la ciencia veterinaria no ha podido demostrar cómo viven los perros esas emociones en forma de sentimientos.

Más allá de que no se haya podido observar cómo trabaja su sistema cognitivo, todo indica que los perros responden al enfado, miedo, felicidad, tristeza, sorpresa y disgusto en las caras humanas, con cambios en su mirada y ritmo cardíaco. Si tu perro reconoce los sentimientos en otra especie, parece lógico afirmar que no solo sentirá emociones, sino que también experimentará sentimientos de forma similar, pero la ciencia y la tecnología todavía no han podido demostrar ese pensamiento complejo.

Como curiosidad final, por esta razón se mantiene que los perros no sienten celos o culpa, ya que deberían poder razonar sobre ese sentimiento "negativo". Quizá, además, estamos yendo muy lejos, ya que se trata de emociones muy complejas (y humanas), pero con poca funcionalidad en el mundo animal. ¡Ah, bueno! Y como mucho su memoria asociativa les permitiría 6 segundos de culpa... así que tampoco te preocupes demasiado por si siente o no siente culpa cuando te rompe las zapatillas de deporte.

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