Si tu perro se lanza a perseguir una presa, llamarlo no va servir de nada

Si tu perro se lanza a perseguir una presa, llamarlo no va servir de nada
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Los perros no siempre han sido uno más de la familia. Si bien hay registros de animales domésticos desde la Antigüedad, su uso mayoritario ha sido la caza y los trabajos de guarda y defensa. Por esto, la selección genética ha priorizado algunos rasgos de conducta que, hoy día, pueden parecernos sorprendentes, extraños y, a menudo, inoportunos.

Es el caso del instinto de caza, es decir, la secuencia de forrajeo (las conductas orientadas a conseguir alimento) de los perros, que puede verse tan habitualmente en perros como los podencos, los galgos o bretones.

Qué es la secuencia de la caza

La secuencia de caza deriva de la forma ancestral o salvaje de los perros, que mantenía (y mantiene) una secuencia definida:

  • posicionarse
  • fijar la mirada y acecho
  • perseguir a la presa
  • agarrar/morder
  • matar/morder

A los perros se les ha seleccionado y criado (favoreciendo la aparición de equis conductas) según las necesidades, y mientras que un perro de guarda de ganado (mastín) no tendrá una secuencia del patrón motor tan reforzada (es decir, las conductas serán poco intensas), un perro pastor (border collie, pastor alemán) tendrá muy reforzada la parte de la secuencia posicionarse>fijar mirada/acechar>perseguir y un retriever (labrador, golden) el posicionamiento y el cobro (agarrar/morder).

Por lo tanto, es probable que hayamos tenido perros toda la vida, y sea cuando introducimos en casa algunas razas más primitivas y (sobre todo) perros de caza, cuando nos vamos a enfrentar a este reto.

El instinto de caza depende de la raza y de otros factores

Entre los perros mestizos, el instinto de caza puede estar más o menos reforzado y seleccionado, si bien con la motivación suficiente (hambre, privación) es difícil que no aparezca en el animal. El inicio de la secuencia y la intensidad pueden variar también: hay perros que pueden "activarse" con un rastro, mientras que otros deben ver la presa en movimiento.

Lebrel instinto de caza

Al tratarse de un instinto heredado del ancestro común con el lobo, los perros siguen respondiendo a estos estímulos, aunque no necesiten cazar para comer.

La predisposición a cazar variará según las razas, motivaciones del animal (el hambre, o sea, la privación de alimento es una buena razón, pero no la única: correr detrás de una liebre puede ser suficiente motivo) y refuerzo de la conducta, o sea, cuántas veces lo ha llevado a cabo. De igual modo, pueden existir contagios en la emoción: si un perro se lanza a casar, incitará al resto del grupo (si bien la intensidad de las conductas entre los miembros variará, evidentemente).

Además, como ya he mencionado, hay perros seleccionados cuya intensidad es mayor: el beagle, por ejemplo, se activará fácilmente y mediante el rastreo; el braco, el teckel y numerosos terrier también mostrarán tendencia; los galgos y los podencos, a su vez, son perros con la "mecha corta" que han sido cruzados y seleccionados para la caza, por lo que su instinto lleva cientos de años siendo reforzado.

Controlar ese instinto, ¿o redirigir?

El problema para controlar el instinto de caza se entiende muy bien si volvemos a la secuencia anterior. Entre paso y paso de la secuencia, existen unos umbrales, que son los puntos donde un perro salta de un punto al siguiente: de fijar mirada a acechar, de acechar a perseguir... Una vez se inicia la persecución, llamar a tu perro es muy, muy complicado.

Pero ¿por qué? Por varias razones, en realidad. En primer lugar, por las endorfinas que genera la propia actividad que hacen un efecto "bola de nieve". Si consigues parar o redirigir a tu perro antes de la persecución (fijar mirada/acechar), todavía tienes cierto margen para controlarlo; si no, olvídate de llamar a tu perro. Esto tiene que ver con el segundo punto a tener en cuenta:  en esa vorágine de felicidad y endorfinas, tu perro tiene la expectativa de una recompensa doble: la actividad en sí misma, pero también apresar, matar y consumir a la presa.

Galgo Instinto de caza Secuencia

El consejo más habitual (desde mi punto de vista, inútil) es tratar que el perro nunca viva la experiencia de la caza, pero esto es complejo si queremos ofrecer a nuestro peludo una buena vida: con montaña, zonas naturales, largos paseos, etc.

Asimismo, también suele recomendarse una buena obediencia (estoy de acuerdo, aunque puede resultar insuficiente para razas de caza), trabajar la atención durante los paseos, trabajar el control de impulsos y tener una señal de emergencia.

Sin embargo, aunque todo lo anterior es útil en un gran número de situaciones, mis recomendaciones serían otras dos:

  1. No llamar a un perro que tenemos la seguridad de que no va a venir, para evitar perder efectividad en la llamada: lo siento, pero, para mí, las superllamadas 100 % efectivas no existen. Sí podemos trabajar una llamada de gran valor (con un sonido distinto, por ejemplo, un silbato de entrenamiento), en la que el perro puede recibir un premio ENORME (medio pollo, por ejemplo), pero incluso así, debemos tener presente que hay razas cuyo instinto va a priorizar la persecución.
  2. Dar alternativas de valor, como juegos de luchar un mordedor, lanzar y traer e incluso deportes que puedan emular estas actividades, como el mantrailing. Una vez entrenadas, estas opciones pueden ayudarnos a premiar y redirigir la secuencia de caza hacia nosotros también: en cualquier caso, es importante jugar con los perros con una "estructura", que permitirá controlar y no todavía reforzar más el instinto.

Este último punto es aquel que, profesionalmente, más he trabajado en problemas donde el instinto de caza complicaba la vida en ciudad (bicis, patinetes, runners) o la posibilidad de pasear por la naturaleza (presas), redirigiendo esa conducta hacia una buena llamada (que nunca será 100 % efectiva) y la reducción del instinto a medida que establecemos una estructura para controlar su aparición.

El instinto de caza no se puede suprimir, pero sí controlar. Para ello, las pautas anteriores deberían ayudarte a entender un poco mejor y establecer un adiestramiento adecuado.

Si no tienes mucha experiencia y convives con perros de caza, puede que valga la pena buscar una escuela canina donde asesorarte. Para tu tranquilidad, además, el uso de correa larga puede ser un paso intermedio necesario en zonas de campo, evitando que la conducta pueda reforzarse: sin embargo, no es algo que solucione el problema.

Decidas lo que decidas, ¡no te rindas! Ten siempre en mente para qué estás adiestrando a tu perro. Se trata de disfrutar de paseos relajados sin correa y un vínculo de por vida entre tu perro y tú. Y no olvides que incluso los perros cazadores apasionados pueden aprender que la vida es mucho más que la caza.

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