Ni perros ni gatos pueden evitar que se les ponga el pelo de punta, pero eso no significa que estén enfadados

Ni perros ni gatos pueden evitar que se les ponga el pelo de punta, pero eso no significa que estén enfadados
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La piloerección es el nombre técnico de lo que conocemos como "piel de gallina". En perros y en gatos suele traducirse como el pelo alzado o erizado —sobre todo, en el lomo y en las colas— y casi siempre se ha vinculado a conductas agresivas.

La realidad es que la piloerección es un fenómeno involuntario, que arrastra mucha leyenda urbana y que, cuando lo estudiamos mediante un análisis científico-conductual, encontramos muchas diferencias del dicho al hecho. Vamos a desmentir unos cuantos bulos y a confirmar lo que sabemos.

Qué es la piloerección

La piloerección es una contracción involuntaria de los músculos erectores del pelo (también llamados piloerectores) que hace que el pelo se erice y la piel se vea con pequeñas protuberancias: la famosa carne de gallina. La piloerección se produce por la activación del sistema nervioso simpático (SNS) ante emociones intensas y situaciones de frío.

En el caso de los humanos es un reflejo vestigial (es decir, un fenómeno que fue útil en el pasado y que, hoy día, todavía mantenemos sin una función práctica), sin embargo, para los animales, su función primitiva era aumentar la cantidad de aire atrapado en el pelaje o el volumen percibido por los demás, con el objetivo de parecer más grande o más feroz frente a los depredadores.

En los gatos, está función defensiva se ve claramente cuando se bufan, igual que ocurre con un erizo o un puercoespín, aumentando mucho el tamaño que percibimos cuando se les eriza el pelo del lomo y de la cola.

La piloerección no se puede controlar

El "saber popular", que a menudo la pifia, tiene asociada esta respuesta con algo negativo: con animales agresivos, conductas reactivas o miedo.

Puercoespin Bufado Piloereccion

Pero ¿cómo asociar una respuesta concreta con algo que es involuntario y que puede tener múltiples causas? En realidad, no tiene sentido hacerlo, por lo menos si solo nos centramos en la consecuencia y no en los motivos que pueden haber delante y detrás.

  • A menudo, cuando dos cachorros juegan, la excitación de la actividad produce piloerección sin que haya ningún conflicto
  • Ante movimientos sospechosos, sonidos o, simplemente, cuando un perro o un gato se alertan, puede producirse piloerección sin necesidad de que se produzcan otras conductas agresivas o de miedo
  • La piloerección se produce también, a menudo, antes de una respuesta agresiva o reactiva y, de igual modo, ante huidas y escapes (conducta de fuga) por parte de gatos miedosos o inseguros

La respuesta que más se acercaría a una explicación es que la piloerección se ha mantenido porque, evolutivamente, es una señal visual muy útil para entender y hacerse entender ante animales de la misma especie y de otras.

No es una respuesta voluntaria, pero sí muestra un estado emocional de límite. Aunque no debemos entenderlo (este límite) siempre como algo negativo, sino que deberíamos intentar leer todo el contexto: puede ser por alegría, irritabilidad, miedo...

Patricia McConnell (Al otro extremo de la correa, Ediciones Invisibles, 2015) ha escrito un artículo muy interesante sobre la piloerección en perros y sus múltiples lecturas. El título da muchas pistas: "¿Asustado, o solo te alegras de verme?

Los gatos que erizan sus colas ante un peligro, por ejemplo, nos advierten de que no es seguro seguir invadiendo su espacio; pero el reflejo que produce esta piloerección gracias al sistema nervioso simpático no es voluntario, aunque cumple su propósito.

En el contexto, está (siempre) la respuesta

En resumen, es importante que entendamos la piloerección como una respuesta natural involuntaria que se ha mantenido por su función práctica. Ciertos estudios han llegado a vincular la piloerección con una mayor facilidad para que el intercambio de olores corporales (ante episodios de estrés, por ejemplo) viaje más rápido hasta el olfato de quien tienen delante.

En cualquier caso, lo más importante es evaluar el resto de factores (el contexto) antes de actuar: ¿son dos perros que se alegran de verse y, por esto, se eriza el pelo? Yo no me preocuparía. ¿Estoy acorralando a un gato o existen señales de advertencia (gruñidos, levantar belfos, mirada fija) entre dos perros? Eso es otra historia...

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