En los últimos meses, los "influencers de campo" están triunfando en redes como TikTok o YouTube, acercando algunas prácticas tradicionales a nuestros smartphones, como la ganadería o el pastoreo con perros.
La protección de recursos y la territorialidad (que me atrevo a definir como "un tipo de protección de recursos innata relacionada con el territorio", pero puede que otros se echen las manos a la cabeza, ya te aviso) están muy vinculadas a los perros seleccionados para guarda y defensa.
La mayoría de los cánidos muestran comportamiento territorial en ambientes naturales debido, principalmente, a su evolución y, en el caso del perro, a su selección genética vinculada a la cría de razas concretas para el trabajo (el mastín es un buen ejemplo).
Qué es la territorialidad
La conducta territorial es una respuesta para delimitar un espacio que un grupo de individuos considera que les pertenece. Así, los perros o los gatos "informan" de ese espacio a través del marcaje con feromonas, señales visuales (una de las más típicas es rascar) o auditivas.
Para definir territorio, recojo un fragmento de un estudio sobre agresión territorial que tienes enlazado al final de este artículo:
Territorio: Área sociográfica donde un animal de una especie consistentemente defiende y desarrolla funciones de supervivencia y reproducción. Es una parte innata de la conducta animal. Todos los animales tienden a mantener territorios fijos y espacios individuales estableciendo límites. Es una conducta puramente instintiva.
Llegado el caso, los perros pueden mostrar comportamiento agonístico (señales y conductas emitidas con el objetivo de luchar o evitar posibles conflictos en situaciones que producen estrés o miedo) para intentar defender el territorio o echar a otros posibles competidores. Las razones principales son la protección del espacio y, sobre todo, de los recursos que hay en ese territorio, desde hembras a zonas para descansar, agua o comida, pasando por una enorme variedad de opciones.
Para no inducir a error, cuando los etólogos hablan de protección de recursos, no obstante, se refieren a un comportamiento tanto intraespecífico (entre perros) como interespecífico (entre distintas especies, como perros y humanos) y, si bien tiene una motivación similar, está más vinculada a objetos o recursos concretos que el perro no quiere perder (positivos) y no a un territorio.
Además, la gran diferencia entre conducta territorial y protección de recursos es que la primera es una conducta intrínseca (innata), mientras que la segunda es una conducta aprendida, no innata. Dicho de otro modo, un perro en un ambiente humano, no mostrará comportamientos territoriales, sino más bien realizará conductas para evitar perder un recurso que considera suyo.
La cría y selección del perro de guarda
La cría selectiva permitió escoger perros con algunas de estas capacidades para la defensa y la guarda, facilitando el trabajo de ganaderos y la seguridad de las grandes fincas. El mastín o el Gran Pirineo serían dos razas perfectas que nos sirven como muy buenos ejemplos de lo primero, pues reúnen un mayor número de conductas innatas para la territorialidad.
Por otro lado, los perros de guarda —razas seleccionadas que han hecho trabajos de este tipo son el pastor alemán, pastor belga, bullmastif, rottweiler o dóberman— aprovechan la tendencia a proteger o guardar recursos (conducta aprendida) y no tanto territorios o grupo social (conducta innata), como el mastín que, aun así, deberá ser troquelado.
De igual modo, es posible que algunos perros alejados de un contexto humano o perros ferales muestren este tipo de comportamientos. Eso sí, hay que quitarse de la cabeza que los perros dominantes generan conflictos, gruñendo, atacando o intentando "imponerse" frente a otros perros; de igual modo, la esterilización también reduce notablemente estas conductas, así como convivir en un grupo social en el que hay un superávit de recursos.
Resulta complejo, pues, que los perros desarrollen territorialidad en ambientes humanizados, más allá de los típicos ladridos al otro lado de una verja, donde los espacios se delimitan muy bien y, aun así, la castración, el acceso a recursos y las rutinas habituales de convivencia dificultarán su aparición, incluso para las razas tradicionalmente seleccionadas para estos trabajos, que vivan en pueblos y ciudades.
Cómo distinguir la conducta territorial
En este artículo, no obstante, nos interesa, principalmente, saber cómo se ve el comportamiento territorial y qué signos de advertencia puede dar un perro cuando su territorio es invadido. Por regla general, tendremos una escalada de conductas que pueden ir desde tratar de echarnos del territorio al ladrido, gruñido, posturas tensas e incluso marcajes o mordiscos.
En fincas valladas, por regla general, el comportamiento territorial se refuerza de forma constante "echando" a personas que los perros consideran posibles amenazas: las personas se acercan a una valla, el perro aumenta sus niveles de estrés y reacciona con conductas que funcionan para alejar a perros y personas, con lo que este comportamiento cada vez resulta más probable.
En estas circunstancias, dar espacio a ese animal resulta básico para que la conducta no se dé o no lo haga con tanta intensidad. Por descontado, nunca deberíamos intentar manipular a un perro así o acercarnos (lo que el perro entendería como una invasión de su espacio). La mejor opción es rodear a ese perro.
Pero ¿es realmente una conducta territorial? Podríamos escribir mucho sobre este tema, si bien habría que valorar a cada perro de forma individual. Existen perros que puede parecer que se comportan de forma territorial para proteger un espacio y, justamente, su motivación es otra: como recibir contacto social o alejarte, por miedo o por mero aprendizaje y repetición de conductas junto a otros miembros de la manada. En cualquier caso, la opción más segura es rodear y evitar cualquier posible riesgo.
En espacios abiertos, como zonas de pasto para la ganadería, es donde un mayor número de comportamientos territoriales podemos observar, pues los animales suelen convivir y estar improntados (o troquelados) con el resto de animales del grupo y no suelen tener contacto directo con espacios urbanos. Además, no suelen tener limitaciones de espacio, más allá de las que ellos y los pastores marcan para su trabajo diario, por lo que las conductas instintivas se darán y reforzarán más fácilmente.
Si nos encontramos cerca de un perro de guarda, que son aquellos que mayor número de comportamientos territoriales pueden mostrar (como comenté arriba, estos comportamientos pocas veces resultan "agresivos"), le daremos espacio y evitaremos el contacto directo con el territorio o los recursos que hay en ese espacio (no importa mucho aquí si se trata de ovejas o quesos de una quesería), también rodearemos y ofreceremos todo el espacio que sea posible y, si paseamos con animales, trataremos de controlarlos y manejar la situación con ayuda de la correa.
En cualquier caso, la mayoría de las conductas agresivas y reactivas no se dan debido a comportamientos territoriales, aunque los consejos anteriores deberían ayudarte a poder manejar estas situaciones con relativa calma. Debido a que se trata de una situación poco habitual, es importante conocer qué podemos hacer, pero no hay excesiva información divulgativa de calidad (¡si tienes interés, échale un vistazo a este artículo, con ojo crítico: ya tiene unos añitos).
En resumen, el comportamiento territorial es una característica natural en muchos perros y puede manifestarse de diferentes maneras. Es importante entender las señales de advertencia y tomar precauciones para evitar situaciones de riesgo. Ten en cuenta que no todos los comportamientos agresivos son territoriales y que algunos perros pueden estar entrenados para proteger ciertas áreas. Respetar espacios nos va a permitir evitar situaciones peligrosas y promover una convivencia pacífica con los canes.