Insectos, carpas y carne de laboratorio: nos conviene mucho que las mascotas se pasen a la comida sostenible, pero a sus dueños les da asco

Insectos, carpas y carne de laboratorio: nos conviene mucho que las mascotas se pasen a la comida sostenible, pero a sus dueños les da asco
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¿Y si... para salvar el mundo tuvieses que cambiar de alimentación? Las personas, en general, somos reacias a este tipo de afirmaciones, aunque las Naciones Unidas llevan años defendiendo que comer menos carne y evitar el desperdicio de alimentos es una de las claves de las próximas décadas.

Sin embargo, algunas marcas han propuesto empezar por algo distinto: comer insectos, pero no los humanos, sino nuestros compañeros peludos. Parece ser que es una proteína equilibrada, segura y completa, pero... hay un problema: nos da asco, incluso para dárselo nuestros perros y gatos.

Piensos con proteína de insecto

Un puñado de empresas, con la británica Yora Pet Foods a la cabeza, han empezado a abrirse camino en un mercado saturado de productos. El pienso tiene un alto porcentaje de proteína de insecto (harinas) en la composición, en muchos casos larvas de mosca soldado negro (un nombre poco afortunado, que suele enmascararse entre acrónimos, eufemismos o siglas, como BSFL).

Un servidor ha hecho una pequeña cata, y sabe... un poco a queso; otras marcas tienen cierto aroma de chocolate, pero, en cualquier caso, no hay mucha diferencia con otros piensos. En todo caso, diría que huelen mejor que bastantes productos de alimentación para animales, si bien no me atrevo a nombrarme catador oficial de este tipo de comida y valorar su gusto.

Contaminando como todo un país

La producción ganadera es responsable, según las Naciones Unidas, más del 15 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, los últimos estudios ofrecen datos concretos de la huella climática de nuestros mejores animales también.

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Así, según un análisis de sostenibilidad de la UCLA, si los 163 millones de perros y gatos fundasen un país, serían el quinto consumidor de carne del mundo; mientras que la producción de alimento para los animales con los que convivimos emite tantos gases de efecto invernadero como Filipinas.

El objetivo es conseguir un cambio en la alimentación de perros y gatos para limitar el impacto climático. Pero ¿puede funcionar? ¿Es la única alternativa? ¿Qué otros modelos están cogiendo fuerza?

Alternativas: vegetales, insectos, células madre

Según Time, las alternativas veganas para perros y gatos alcanzaron los 12.000 millones de dólares en 2021 (un 2300 % de aumento en el beneficio), y la comida con proteína de insectos ya ha facturado 7.000 millones. Son cifras menores —aunque no tan pequeñas ya— frente al mercado tradicional (105 mil millones).

De igual modo, grandes marcas están buscando alternativas más sostenibles: Nestlé está experimentando con especies invasoras, como la carpa asiática, para hacer alimentos o Mars Inc. (propietaria de Royal Canin), que ha creado su propia línea de productos con insectos (Lovebug).

Midjourney comida larvas
Coco y Maya con Midjourney

Por descontado, hasta el día de hoy, el pienso tradicional aprovecha gran parte de los desperdicios de alimentos de la industria humana, pero ¿siguen las familias con animales de acuerdo con estas políticas en la época de la comida casera balanceada y la dieta BARF? Todo indica que no, si bien debemos tener presente que todos estos "subproductos", como se les llama, saldrían del modelo de economía circular: beneficioso para las sociedades humanas, pero no tanto para nuestros mejores amigos.

Estudios sobre el impacto ambiental

A medida que tenemos más y más animales en casa, el impacto animal empieza a ser preocupante, de un modo similar a alimentar a 3.000 millones de humanos (1950) frente a 8.000 (2020), o 10.000 como se prevé en 2050.

Los estudios de impacto ambiental de las dietas caninas y felinas estiman que una dieta seca es mucho menos contaminante que una húmeda (para un perro de 10 kg, hablamos de 6,54 kg de CO2 al año con una dieta húmeda frente a 828,37 kg CO2 año con una seca. Otras opciones, como una dieta casera o BARF pueden ser todavía más complicadas de generalizar, además de tener un impacto todavía mayor (debido al tipo de producto, transporte, variedad y un largo etcétera).

Eso sí, la ciencia y la tecnología está buscando respuestas con el pie en el acelerador. La carne clonada para perros y gatos empieza a ser una realidad en EEUU, con tecnológicas como Because Animals, donde se ha cultivado con células madre de ratón y conejo para hacer golosinas.

Hay preguntas sin respuesta aún. Algunas de ellas son: ¿cuándo se reducirán los costes de producción?, ¿requiere mucha energía?, ¿podría funcionar con energías renovables?, ¿se aprobará su comercialización? La carne cultivada tiene un camino más sencillo para el consumo animal que humano, según parece, si bien los precios tanto de las opciones con células madre, como de las vegetales, como Wild Earth tienen difícil alcanzar un precio medio similar.

La etiqueta "sostenible"

Los estudios afirman que, venga de donde venga, el pienso es un requerimiento básico para la sostenibilidad. Si dejamos atrás el marketing y los mercados, seguimos necesitando estudios que valoren las emisiones de las distintas alternativas para no caer en errores similares al grain-free, o todavía peor, etiquetas como "orgánico" o "natural" que han abusado durante años de unas supuestas mejoras que no pasaban de las letras impresas en el paquete.

La ciencia nos dice que la huella climática para alimentar a perros y gatos es muy elevada, y sigue en aumento. La producción de alimentos (total) es responsable del 25 % del impacto ambiental que generamos y,  a priori, todo apunta a que fabricar este tipo de alimento es mucho más sostenible: se gasta menos agua, se emiten menos gases de efecto invernadero y se requiere menos espacio.

Pienso con insectos sostenibilidad

Sin embargo, para entender cómo afecta realmente esta opción es necesario analizar qué consumen los insectos utilizados para pienso, cómo se empaqueta, transporta y qué infraestructuras necesitan. Esto sirve para la proteína de insecto, las células madre e incluso el pienso vegano, que genera otras dudas razonables en el consumidor. En otras palabras, lo mismo que se ha hecho con las alternativas tradicionales, de las que tenemos más datos.

El asco, y la nostalgia de lo natural

El principal problema es que muchas familias no se plantean dar un alimento tan "antinatural". La filósofa italoaustraliana Rosi Braidotti tiene un término asociado a este fenómeno: econostalgia, donde se separa el producto de su historia y, por lo tanto, produce rechazo en el consumidor.

Esto no es un problema en Corea del Sur, por ejemplo, o en sociedades donde se han comido insectos históricamente, pero lo tiene más complicado en sociedades occidentales para convencer a los humanos.

Mark Finke, especialista y consultor de nutrición de animales de compañía, lo resumía así para la revista Time: "Muchos consumidores se miran la lista de ingredientes. Si la carne no es el principal, les puede costar creer que es algo saludable para sus mascotas".

Los propietarios tienen en mente que un perro y un gato deben comer carne —a veces, esto nos ciega y no nos preocupa el tipo o la calidad, lo que es un grave error— y las dudas sobre una dieta vegana en perros de la Asociación Veterinaria Británica no calman los ánimos. En el caso de la proteína de insecto, no parece haber más problema que el asco: es una dieta completa, pero que seguimos viendo antinatural.

Quizá lo fuese (antinatural), pero ya no pueda serlo en un mundo sobrepoblado en el que, solo en China, entre 2017 y 2022, las familias hicieron hueco para más de 40 millones de perros y gatos en casa. Todo el mundo quiere vivir como vivía Occidente, por lo que nos toca buscar nuevas opciones alimentarias; también para nuestros compañeros.

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