Nuestros perros, al igual que nosotros, enferman y sufren diferentes patologías. Mientras que algunas son propias de su especie, otras las comparten con nosotros, como es el caso de la enfermedad de Parkinson.
La enfermedad de Párkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva; se trata de una enfermedad que afecta a millones de personas cada año y que, desgraciadamente, también sufren nuestros compañeros de cuatro patas.
También la epilepsia, una enfermedad común caracterizada por convulsiones repetitivas, está presente en muchos perros; así como ocurre con el Alzhéimer canino, un síndrome parecido a la demencia de las personas que puede afectar a los ciclos del sueño, ocasionar pérdidas de memoria o desorientación.
"Estas enfermedades han sido identificadas en los perros durante muchos años", asegura Dennis O'Brien, profesor de Medicina Veterinaria y Cirugía en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Missouri, donde llevan años investigando sobre formar de tratar estas y otras enfermedades neurológicas.
Así es el Párkinson en perros
En humanos, el Párkinson es una enfermedad más habitual en ancianos, mientras que en los perros se trata de una enfermedad hereditaria que puede afectar también a peludos jóvenes.
"El Párkinson es una condición neurológica progresiva causada por la pérdida de células nerviosas que producen dopamina, que es un neurotransmisor esencial para el control muscular", explica O'Brien. "Esto conlleva una serie de problemas para los perros como los temblores, músculos o movimientos rígidos y la dificultad para mantener el equilibrio y caminar".
Ante cualquier de estos síntomas, lo mejor que podemos hacer es acudir al veterinario, ya que si nuestro compañero de cuatro patas padece esta enfermedad, es probable que estos síntomas se agraven con el paso del tiempo, tal y como ocurre con las personas.
Además, por ahora no existe cura para la enfermedad de Párkinson (ni en perros, ni en humanos), por lo que el diagnóstico y el tratamiento temprano son clave para retrasar la evolución de la enfermedad, tomando medidas que frenen su avance.
Para saber si nuestro perro padece esta enfermedad, el veterinario deberá realizar una serie de pruebas a nuestro peludo e ir descartando, pudiendo llegar a ser necesario la visita a un neurólogo, quién será el que, a través de una tomografía o una resonancia magnética, podrá confirmarnos la causa de los síntomas de nuestro perro.
Si nuestro peludo ha sido diagnosticado de párkinson, tendremos que atender a las medidas necesarias que nos indique nuestro veterinario de confianza para ralentizar el avance de la enfermedad, como la fisioterapia, para aliviar el dolor de los músculos o la administración de fármacos específicos para su tratamiento.