Barcelona tendrá 200 espacios para perros. Este es el mapa, las normas a seguir y lo que no acaban de resolver bien

Barcelona tendrá 200 espacios para perros. Este es el mapa, las normas a seguir y lo que no acaban de resolver bien
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Las grandes ciudades siguen adaptándose a la convivencia humano-animal. En 2021, Madrid ya contaba con más de 280.000 perros censados entre sus 21 distritos —20.000 más desde la pandemia— y Barcelona con 180.000 entre los límites de la ciudad. Una cifra que se amplia si contamos con el área metropolitana cercana: Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet y Badalona.

Frente a esta explosión demográfica canina, los ayuntamientos establecen nuevas normativas para ampliar los espacios compartidos. El caso de la ciudad condal es un buen ejemplo, donde los parques para perros o correcanes se acompañan de las ZUC (zonas de uso compartido) que, durante este 2023 (más bien, a finales), implementarán 103 nuevos espacios.

Cómo va a funcionar, qué se puede esperar y qué no termina de resolverse adecuadamente puede servirnos para la aplicación en otras ciudades españolas, así que vamos a analizarlo con más detalle.

El plan del ayuntamiento

Las peticiones vecinales en Barcelona han conseguido que se permitan espacios para que los perros puedan correr en libertad, y no solo en recintos cerrados y masificados (como los pipicanes).

Así, en la actualidad, se cuenta con 46.000 metros cuadrados, pero se prevé reservar 945.000 m2 a partir de 2023. Este incremento de un 2.000 % debe matizarse, pues no supone un aumento igualitario en todos los barrios, ya que, por ejemplo, el Parque del Guinardó ya supone contabilizar casi todos los metros cuadrados disponibles en la actualidad entre plazas, ramblas y jardines.

En cualquier caso, el objetivo es duplicar los puntos hasta 219 y conseguir que cualquier familia con perro tenga una ZUC a máximo diez minutos de donde vive. Por ahora, no obstante, los PPP no podrán ir sueltos hasta la aprobación de la futura ley de bienestar animal, que prevé hacer desaparecer esta clasificación aprobada entre 1999 y 2003.

Las normas básicas a seguir

La posibilidad de ampliar espacios de convivencia y ofrecer a los perros la posibilidad de socializar y correr en libertad es una muy buena opción, aunque siempre teniendo en cuenta si nuestro animal está listo para pasear en libertad.

Además, la amplia distribución de las ZUC supone descongestionar parques para perros y otros recintos cerrados que no siempre son una gran opción para los animales, que pueden sentirse cohibidos o inseguros. Sin olvidar que un lugar cerrado en el que se concentran olores, perros de diferentes edades y donde no es posible coger distancia o evitar una interacción no será nunca el ideal.

¿Y qué se podrá hacer en las ZUC que no se puede hacer en el resto de la ciudad? Principalmente, pasear con nuestro perro suelto y realizar actividades sin correa al aire libre. El resto de obligaciones relacionadas con una tenencia responsable (diluir orines, recoger cacas, supervisar adecuadamente al perro) que prevé la normativa catalana y de la ciudad se mantendrán. Además, será importante que los perros cumplan unos criterios de sociabilidad y hayan aprendido unos mínimos de obediencia básica, con el objetivo de poder gestionar las situaciones cotidianas con seguridad.

De este modo, con las zonas compartidas en Barcelona se propone el paso siguiente a los pipicanes, que se traduce en compartir la ciudad y convivir de forma sana y respetuosa, o eso es lo que se espera.

Para su entrada en vigor, se cuenta con una campaña informativa a partir del próximo enero y la aprobación del decreto, que no será efectiva hasta marzo. ¿Y para disfrutar de las ZUC? Pues... tocará tener un poco de paciencia aún: se prevé para diciembre de 2023.

Horarios cortos y barrios con pocas opciones

Sin embargo, algunas voces críticas señalan la parte no tan idílica de la propuesta, y es que las ZUC o zonas compartidas limitan la estancia de los perros a ciertas horas en su mayoría. Por regla general, entre las 6:00 y las 8:00 y las 20:00 y las 23:00, si bien muchas cuentan con ampliaciones, variaciones y limitaciones de estos horarios.  En cualquier caso, se prevé informar adecuadamente con carteles indicativos en cada espacio, lo que facilitará su uso.

Tiene cierto sentido limitar la posibilidad de acceso durante las horas más concurridas, si bien ningún perro que no sea sociable debería tener acceso a las mismas (en libertad), por lo que, en cierto modo, esto puede leerse como el famoso poner puertas al campo. Además, parece que la propuesta tiene presente unos horarios laborales mayoritarios de 10:00 a 20:00 horas, obviando teletrabajo, jornadas partidas u horarios rotativos.

Por último, en el caso de Barcelona, la ciudad es la que es, y se traduce en que hay espacios en los que las ZUC se ven muy limitadas, más por una cuestión de masificación urbanística (o sea, por falta de zonas verdes) que por falta de predisposición. De este modo, los espacios cerrados pueden ser muy limitados en distritos como Sarrià, Sant Gervasi, Les Corts, El Raval y parte de l'Eixample (Ensanche), mientras que se multiplican en las zonas más periféricas o, directamente, vacías, como San Martín, Besós-Maresme, San Andrés o la línea de costa y montaña.

En conclusión, el movimiento canino parece imparable y las ciudades se adaptan a un nuevo estilo de vida, por lo que no resultaría extraño ver iniciativas similares en Madrid, Valencia, Sevilla o Bilbao durante los próximos años. Lo que sí debemos defender los amantes de los animales es una tenencia responsable y un uso adecuado de estos espacios. Ojalá sea así.

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