Las razas de perro PPP nunca han sido más peligrosas que un pastor alemán o un mastín

Las razas de perro PPP nunca han sido más peligrosas que un pastor alemán o un mastín
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Uno de los cambios más significativos que esperábamos con la aprobación de la Ley de Bienestar Animal era la superación de la clasificación de perros potencialmente peligrosos en función de su raza. Al final, una enmienda de última hora ha pospuesto su eliminación, como ya explicamos en detalle en este artículo.

Si te vas a cualquier protectora y preguntas, te dirán que el problema de las razas PPP nunca ha sido el perro. Las razas no son peligrosas, por lo menos, si las comparamos con una ley que categorizaba entre blancos y negros. Si lo hicieses con personas, te llamarían racista, pero con los perros, en España, lo vamos a seguir permitiendo, y ya van más de 20 años.

Los ataques recogidos en prensa sí muestran razas de perros PPP, pero también de muchas otras. Además, llama la atención cómo entre 1990 y 2010, la variabilidad de las razas había sido mucho mayor. Para evitar estas tragedias, se requieren leyes acordes y tenencia responsable.

Pero ¿son las razas PPP más peligrosas? No, no lo son. Cualquier perro de más de 25 kilos puede herir de gravedad a una persona. Por lo tanto, las leyes deben marcar criterios más allá de la potencia física.

No es país para pitbulls

Porque no, rotundamente no. No son más peligrosas. ¿Tienen mayor capacidad para hacer daño? Sí, pero igual que un mastín, o un Gran Pirineo, o un pastor belga, o un gran danés.

Los pitbull, american staddforshire, dóberman o akita inu, entre otros, han sido injustamente tildados de peligrosos, y las noticias de muertes e irresponsabilidad que trascendieron entre 1990 y 2010, así como entre 2010 y 2020 han mantenido encendida la llama de la discordia.

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Para este artículo, releo un viejo artículo de El País en el que se entrevistó a un colega adiestrador que afirmaba:

No podemos comparar las diferentes razas entre sí. Un husky o un rottweiler no van a tener los mismos impulsos, el mismo carácter o van a ser adecuados para los mismos trabajos.

La tenencia responsable implica conocer y ofrecer a cada perro la atención y los cuidados que necesita. A menudo, detrás de las tragedias que han condenado a miles de perros durante años, hay irresponsabilidad, falta de conocimiento e incluso ausencia de control y educación.

Dicho de otro modo, esto es el cuento de nunca acabar con los perros de moda: el dóberman, por ejemplo, y su mala fama (recuerdo el bulo de que les crecía el cerebro y no la cabeza, por ejemplo); el pastor alemán, y su mala fama...

Lo siento, pero no. Casi nunca es el perro.

Las razas son una selección genética previsible enfocada en mantener capacidades, actitudes y aptitudes, pero que van de la mano de una tendencia, una potencia física, un "drive" (o impulsos).

Se condena su potencia

Los perros están divididos y seleccionados por líneas y, sobre todo, grupos para las diferentes tareas que, por tradición, han realizado: pastores, terriers, dachshund, spitz o primitivos y, así, hasta diez.

Sin embargo, condenar a una lista de razas potencialmente peligrosas por características físicas (es decir, por la capacidad de utilizar esa forma, esa morfología) tiene tan poco sentido como llevar esposados a todas las personas que hemos hecho o hacemos artes marciales por creer que podemos comportarnos como el malo de una peli de Bruce Lee.

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No obstante, sí es importante que las familias entiendan las necesidades y características de un pitbull, dogo argentino o akita inu: esto, en absoluto, es distinto a comprender a un border collie, un pastor alemán o un mastín, que pueden llegar a ser igual de peligrosos.

Se sigue dificultado su socialización y manejo

Lo peor de creer que un perro puede ser peligroso es no establecer cuáles son las medidas adecuadas para su manejo, e incluso (lo que ha ocurrido demasiado a menudo) dificultar los procesos de socialización que podrían impedir que desarrolle conductas que sí pueden volverle peligroso.

Obligar a las familias a llevar a los perros con bozal (y que interactúen siempre con otros perros con este), a pasear con correas de un metro de largo o a impedir que socialicen (por estigma, por no poder jugar sueltos, por hacer "huir" al resto de guías de un parque, etc.) con otros perros y personas, puede generar cuadros de frustración y ansiedad, así como la imposibilidad de un aprendizaje efectivo, que revierta en problemas reales.

Dicho de otro modo, nadie aprende a convivir en sociedad, apartándole de la sociedad, pero es lo que hemos hecho con los (mal llamados) PPP durante dos décadas. Y parece que vamos a seguir haciéndolo.

Nada de lo anterior impide obligar a una tenencia responsable a las familias, algo que tampoco se ha perseguido hasta que sacrificar dejó de ser una opción en muchas comunidades, cuyos centros de protección se han colapsado con más del 30 % de PPPs.

Se ocultan todas sus virtudes

La opinión pública ha obviado muchas de las virtudes de pitbulls y american staffordshire, así como del bull terrier, de mezclas como el american bully, u otras que, a menudo, han pasado más desapercibidas como PPP, como el rottweiller, el dogo argentino o el tosa inu (aquí tienes la lista completa).

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Suelen ser perros leales, protectores, considerados y cuidadosos con los más pequeños, además de sociables y muy inteligentes. Algunas de estas razas son algo cuadriculadas (cabezonas, vamos: sin que podamos generalizar), pero también saludables,  activas y con muchas ganas de hacer cosas.

La falta de una tenencia responsable, un mal manejo, unos cuidados deficientes o el uso de castigos físicos suelen relacionarse, de forma directa, con una mayor tendencia de conductas agresivas por parte de los animales.

Las familias detrás de la etiqueta PPP

Por descontado, no cualquier familia debería incluir a un pitbull o un rottweiler en casa, pero nos vale igual para un malinois o un pastor alemán. Si realizamos un seguimiento de los casos, sí es cierto que, a menudo, se omiten las razas o líneas de perros que no han sido señalados como PPP, en casos de la misma gravedad.

La Ley de Bienestar Animal proponía un control basado en la valoración individual, promoviendo la tenencia responsable y eliminando la antigua ley y clasificación PPP. Sin embargo, la no derogación de la ley PPP, y tampoco la aprobación de un test de sociabilidad individual —para el que no parece que haya la infraestructura pública necesaria, y del que no sabemos tanto como nos gustaría— han dejado todo tal cual estaba. Ahora, es posible que se modifique la ley PPP, en el medio plazo, pero, mientras tanto, todo sigue igual.

El gran paso adelante, en el que se mantenía la presunción de inocencia, queda congelado. Seguirán clasificándose por morfología, asumiendo que estos perros son más peligrosos que otros otros según su forma y tamaño. Queda la gran duda de cómo y cuándo, o si realmente llegará a suceder ya.

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